miércoles, 3 de abril de 2013

LA MOCHILA....Y LOS SUEÑOS



A mi hija de seis años le han regalado una mochila nueva, bonita pero pequeña.

La otra noche estábamos preparando las mochilas para el día siguiente y ella tenía que llevar la ropa de deporte y como es lógico quería utilizar su mochila nueva.

Debía meter un par de zapatillas, un chándal, una camiseta y unos calcetines y como TODO EL MUNDO SABIA (sobre todo la gente grande, como diría el principito), toda esa ropa no cabía en esa pequeña mochila.

-¿Qué haces Paula?

-Meter la ropa en la mochila para mañana

-Pero cariño, es imposible, ¿no ves que no cabe?

Si cabe…

Y mientras nosotros la observábamos perplejos, la niña no dejaba de intentarlo una y otra vez buscando distintas maneras de colocar las zapatillas y doblar la ropa.

Después de 15 minutos, su padre comenzó a exasperarse…

-Vamos a ver Paula, deja ya de intentar algo que es IMPOSIBLE

-Pero papá, no es imposible, yo quiero meter esto en esta mochila!!!

-Su padre como adulto y responsable que es y con TODA la experiencia que le ha dado la vida y sabiendo perfectamente que lo que la niña intentaba era ridículo, cogió una copa de agua pequeña y otra grande y comenzó a echar el agua de la copa grande en la pequeña y esta, como era de esperar, se derramó .

La niña, lejos de abandonar su idea,comenzó a reírse porque realmente la situación le resultó muy divertida y tras unas cuantas carcajadas fijó su mirada de nuevo en la mochila y volvió a intentarlo una y otra vez…

Al cabo de 5 minutos cuando todos estábamos ya viendo la tele y cansados de explicarle a la niña que no lo conseguiria porque era ABSURDO,  Paula apareció con su mochila pequeña y toda su ropa dentro

-¿Ves papa como no es imposible?…lo he conseguido!!!!

Mi hija de 6 años, nos recordó algo que NUNCA DEBERIAMOS HABER OLVIDADO…NADA ES IMPOSIBLE, todo depende de la energia y el tiempo que dediquemos a intentar cumplir nuestros sueños y si al final no lo conseguimos, habremos aprendido, seguro, muchas cosas por el camino.

A diario me encuentro en la consulta pacientes que son infelices, simplemente porque alguien les enseño cuando eran pequeñitos que debían tener un pensamiento racional, limitado y lo mas estructurado posible porque de lo contrario serian unos “ descentrados”, unos “soñadores” y no llegarían a nada en la vida.

La vida está llena historias de gente que persiguió ideas ABSURDAS, que después se convirtieron en algo GRANDE.
¿Por que debemos hacer caso a la gente que nos dice que tal o cual cosa no se puede hacer?¿Acaso saben mas que nosotros?...NADIE sabe mas que nosotros...


Gracias Paula por enseñarme cada dia a pensar como tu.

UNA FABULA...

Había una vez un hombre que estaba escalando una montaña.
 Estaba haciendo un escalamiento bastante complicado, una montaña en un lugar donde se había producido una intensa nevada. El había estado en un refugio esa noche y a la mañana siguiente la nieve había cubierto toda la montaña, lo cual hacía más difícil la escalada. Pero no había querido volverse atrás así que de todas maneras, con su propio esfuerzo y su coraje siguió trepando y trepando, escalando por esta empinada montaña. Hasta que en un momento determinado, quizás por un mal cálculo, quizás por que la situación era verdaderamente difícil, puso el pico de la estaca para sostener su cuerda de seguridad y se soltó el enganche. El alpinista se desmoronó, empezó a caer a pico por la montaña golpeando salvajemente contra las piedras en medio de una cascada de nieve.


Pasó toda su vida por su cabeza y cuando cerró los ojos esperando lo peor, sintió que una soga le pegaba en la cara. Sin llegar a pensar, de un manotazo instintivo se aferró a esa soga. Quizás la soga se había quedado colgada de alguna amarra…si así fuera podría ser que aguantara el chicotazo y detuviera su caída.

Miró hacia arriba pero todo era la ventisca y la nieve cayendo sobre él. Cada segundo parecía un siglo en ese descenso acelerado e interminable. De repente la cuerda pegó un tirón y resistió. El alpinista no podía ver nada pero sabía que por el momento se había salvado. La nieve caía intensamente y él estaba allí como clavado a su soga, con muchísimo frío, pero colgado de este pedazo de lino que había impedido que muriera estrellado contra el fondo de la hondonada de las montañas.

Trató de mirar a su alrededor pero no había caso, no se veía nada. Gritó dos o tres veces, pero se dio cuenta de que nadie podía escucharlo. Su posibilidad de salvarse era infinitamente remota, aunque notaran su ausencia nadie podría subir a buscarlo antes de que parara la ventisca y, aun en ese momento, cómo sabrían que el alpinista estaba colgado de algún lugar del barranco.

Pensó que si no hacía algo pronto, este sería el fin de su vida.

Pensó ¿qué hacer?

Pensó en escalar la cuerda hacia arriba para tratar de llegar al refugio pero inmediatamente se dio cuenta de que eso era imposible. De pronto escuchó una voz. Una voz que venía de su interior que le decía “suéltate”. Quizás era la voz de Dios, quizás la voz de su sabiduría interna, quizás la de algún espíritu maligno, quizás alguna alucinación….y sintió que la voz insistía “suéltate, suéltate…”

Pensó que soltarse significaba morirse en ese momento. Era la forma de parar ese martirio. Pensó en la tentación de elegir la muerte para dejar de sufrir, y como respuesta la voz se aferró más fuerte todavía. Y la voz insistía “suéltate” “no sufras más” “es inútil este dolor, suéltate” Y una vez más se impuso aferrarse con más fuerza aun, mientras conscientemente se decía que ninguna voz lo iba a convencer de soltar lo que sin lugar a dudas le había salvado la vida. La lucha siguió durante horas pero el alpinista se mantuvo aferrado a la que pensaba era su única oportunidad.

Cuenta la leyenda que a la mañana siguiente la patrulla de búsqueda encontró al escalador casi muerto. Le quedaba apenas un hilito de vida. Algunos minutos más y el alpinista hubiera muerto congelado paradójicamente aferrado a su soga….a menos de un metro del suelo.

A veces no soltar es la muerte y no al revés como nos pudiera parecer.

A veces la vida está relacionada con soltar lo que alguna vez nos salvó.

Soltar las cosas a las cuales nos aferramos intensamente creyendo que tenerlas es lo que nos va a seguir salvando de la caída.

Todos tenemos tendencia a aferrarnos a las ideas, a las personas, a los lugares conocidos con la certeza de que esto es lo único que nos puede salvar. Ej: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Y aunque intuitivamente nos damos cuenta de que afectivamente o emocionalmente esto significará la ”muerte” o por lo menos sufrimiento, seguimos anclados a lo que ya no nos sirve, a lo que ya no está, temblando por nuestras fantaseadas consecuencias de soltarlo.